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Carmen Grifoll. Psicóloga Clínica. Psicoanalista. Directora de la Fundació Nou Barris

 

12_reflexionesEstas reflexiones parten de la experiencia de trabajo puesta en común en las reuniones preparatorias al congreso, con profesionales de titularidades, funciones y ámbitos de trabajo diferentes, implicados todos ellos en el trabajo con niños, adolescentes y familias.

En el transcurso de las reuniones surgieron dificultades, límites y posibilidades, pero también la idea de un trabajo “posible” en el conjunto de la Red que exceda la idea de “falta de recursos” y que se apoye en “el deseo” necesario que anima a cada profesional en su “práctica” diaria.

—El exceso de especialización y de profesionales con titularidades iguales en diferentes servicios no necesariamente deriva en una mayor y mejor atención. La multiplicación de ofertas y la dificultad para definir funciones de profesionales desde diferentes departamentos y servicios, conlleva un riesgo de fragmentación en la atención a niños, adolescentes y familias.

Usuarios, pacientes y alumnos constituyen diversas maneras de nombrar a quien hace uso de los servicios y dan cuenta de la diferencia de funciones, de ofertas y de tratamientos posibles.

En ocasiones esto conlleva mucha información sobre los casos planteados. Pero se hace necesaria una pregunta: ¿cuál es la información relevante y el uso que hacemos de ella? No tenemos que confundir a las personas con los “dossier clínicos” que las describen, ni las situaciones con los parámetros que las encuadran. Apostamos por los protocolos, siempre que éstos no sustituyan la pregunta sobre lo que le sucede a alguien que consulta en cualquier servicio de la Red de Salud Mental.

No estamos de acuerdo con la idea de “tratamientos únicos” para determinados diagnósticos, sobre todo si éstos borran la particularidad de cada uno. Homogeneizar los tratamientos impide abordar cada experiencia particular, de cada caso que siempre será distinto al de otro.

La idea del trabajo de “casos”, que hemos estado reflexionando y debatiendo, pone en escena a un “sujeto” particular con problemas, contrariedades y dificultades.

Apostamos por un trabajo en Red que permita que cada caso encuentre un recorrido singular en una serie de ofertas asistenciales, en función de la evolución, de las necesidades y del momento. Esto requiere necesariamente la puesta en común del caso y de un compromiso en los pactos y estrategias acordados. Implica contemplar las posibilidades y, también, establecer los límites desde cada ámbito.

—La Red es algo ficticio y contiene diferentes sentidos, según quién pronuncie el término. Es necesario hacerla funcionar.

Cuando este término es utilizado por políticos o gestores, se refieren al conjunto de servicios dentro de una ciudad o municipio, por ej., la Red Sanitaria o de Salud Mental; sin embargo, cuando los profesionales utilizan el término ‘Red’ dan cuenta de una heterogeneidad de servicios y un modo de relacionarse entre ellos. La realidad cotidiana nos enseña que hay casos que requieren de uno o más servicios en diferentes momentos, ya sea, por ejemplo, porque una familia tiene problemas que demandan de servicios sociales, la intervención del EAP, a causa de problemas en la escuela, o que un caso atendido en CSMIJ requiere de un ingreso en una unidad de psiquiatría o salud mental.

A partir de los casos explicados, el trabajo que se desarrolla entre los profesionales de los diferentes servicios es lo que denominamos “trabajo en Red”.

Ello implica definir muy bien cada elemento de la Red: decidir sobre qué casos trabajar, marcar objetivos, tomar acuerdos… Para ello se requiere de la “confianza” necesaria entre profesionales. La confianza o transferencia de trabajo en cada territorio, así como el trabajo de cada profesional con los diferentes servicios, abre la posibilidad de que cada cual pueda ubicarse en su función, ubicar al otro y, de este modo, abrir la pregunta necesaria que requiere cada trabajo. No hay soluciones ni respuestas anticipadas dado que la experiencia es el resultado del trabajo y, por lo tanto, es imposible imaginarla previamente. Esto comporta dejar abierta la posibilidad de que “no sabemos todo del caso”. Es decir, “No todo está dicho”, lo que en ocasiones implica dejar de lado prejuicios para dar lugar a palabras diferentes y, principalmente, a la palabra del niño, adolescente o padres a los que atendemos.

Se trata de una puesta en común en torno a una problemática que, definida de este modo, permite visualizar ciertos hechos y otros no, ciertas interpretaciones y no otras, siempre desde cada lugar y cada función.

Hemos de entender que ninguna teoría abarca y agota la realidad a la que se refiere. El trabajo en Red permite delinear las problemáticas, hacer hipótesis, verificar sus efectos y, al mismo tiempo, abrir la posibilidad de rectificar, reajustar e incluso reestructurar ciertos funcionamientos.

Permite, además, cambiar el enfoque, lo que se ve y lo que se da a ver. El trabajo en Red produce un enriquecimiento que incide en los profesionales y servicios, y, también, beneficia a pacientes, usuarios, alumnos, familias.

¿Qué queremos del trabajo en Red?

Una Red que “contenga” y donde cada usuario, enfermo y familia con necesidades asistenciales encuentre respuestas que permitan un recorrido más acorde al momento, profundamente relacionada con la evolución y las necesidades derivadas de la problemática presentada.

Se trata de servicios pensados individualmente, no conformados en una Red. Operan con la idea de que los períodos a tener en cuenta son aquéllos en los que un usuario se hace visible y sigue un tratamiento. Pero la experiencia nos enseña que el tratamiento es un recorrido largo y complejo a través de servicios y ámbitos diferentes. Especialmente en los casos que, por su patología grave, presentan una mayor vulnerabilidad.

Nuestra experiencia nos ha enseñado que los casos más graves presentan una mayor dificultad de vinculación y de relación con el entorno. Es fácil que por esa misma dificultad dejen de acudir a los servicios o aparezcan de nuevo en situaciones más graves. Estos casos presentan una mayor vulnerabilidad y corren el riesgo de exclusión.

¿Qué hacer entonces?

La idea de una Red “que contenga” permite acercarnos de forma más real a las personas que atendemos, ponerlas en el centro de nuestra atención y leer con el conjunto de profesionales los diferentes momentos en que se expresa una misma problemática y, además, permite poner el acento en “la vinculación” necesaria para el trabajo, así como analizar y valorar la eficacia o el fracaso de nuestras intervenciones.

Por esta razón, podemos decir que la Red tiene una dimensión política, en el sentido más fuerte de la palabra, en tanto responde y ofrece las condiciones de posibilidad para dar respuesta a los problemas que ella misma genera y de la que es responsable.

Todo tratamiento implica un recorrido en el tiempo y, en muchos casos, en este camino se encuentran diferentes servicios y recursos. Un efecto posible de la experiencia de colaboración entre distintos profesionales implica pensar este recorrido de la mejor manera en cada caso, en cada momento, según las necesidades y a partir de una lectura puesta en común. Un trabajo en Red también debe tener en cuenta las dinámicas propias de cada ámbito y especificidad.

A modo de metáfora, y tomando como imagen una red de pescadores, el tejido de una Red estaría hecho de espacios lo suficientemente amplios como para que conformen una red flexible, donde todos los espacios no son necesariamente iguales pero sí con capacidad para contener y acoger. La fortaleza de los nudos dependerá del tejido que podamos conformar entre todos.

Nota

(*) Ponencia presentada en el IV Congrés Català de Salut Mental Infantil i Juvenil. En la mesa “Interdisciplinarietat i Treball en Xarxa. Polítiques transversals”, Barcelona, 3 de noviembre de 2011.

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