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Mari Cruz Fernández Psicoanalista, Psicóloga CSMIJ de Martorell

La posibilidad de cambiar de sexo hoy está al alcance de cualquiera que lo enuncie, basta con que se exprese para que puedan ser movilizados los recursos que la sociedad y la medicina tienen a su alcance para lograr ese fin.

La promoción de los discursos de género como significantes amo de la época se alía con la idea de un cuerpo como propiedad. Queda así enmarcado en identidades de papel(1) que, sin embargo, requieren la intervención del aparato de la ciencia que modifica el cuerpo.

Algunos medios de comunicación, en concreto un vídeo de TV3(2), dan cuenta de este fenómeno en la infancia, ampliamente y con mucho éxito de audiencia.

Me pareció impactante, cuando se emitió el programa, apreciar el efecto de certeza que da la imagen y el decir de los niños que participan. Se ofrece como testimonio de un saber sobre su identidad, sin sombra de duda.

El problema, a mi entender, no es lo que dicen los niños, más bien se trata de lo que hacen los adultos con lo que les escuchan decir.

En el reportaje no aparece la pregunta por el desarrollo madurativo del niño ni por el vínculo que le une a sus padres. En la certeza que se otorga al decir de los niños más bien se situaría lo que Lacan nombró como una de las tres pasiones del ser, “el amor, el odio y la ignorancia”. Aquí se trata de la ignorancia(3). Es decir, se le supone al otro infantil un saber sobre su identidad y sobre su manera de gozar.

Se trata de intentar casar el pensamiento y el goce. Dice Lacan que la ignorancia es “la unión entre lo real y lo simbólico”(4). La atribución al niño de un saber prematuro sobre lo que le conviene ser, es intentar obturar su falta en ser. Y el motor para sostener la falta en ser en el Otro es la condición para ignorar la propia.

Siguiendo con el tratamiento del tema en los medios de comunicación, el sociólogo y activista transexual Miquel Missé es entrevistado en el diario Ara(5).

Dice Miquel: “nos habían explicado que ser trans era nacer en un cuerpo equivocado. Y es como lo siguen contando los grandes fenómenos mediáticos. Decir que nuestro cuerpo tiene un problema y no que el marco social es muy limitado nos atribuye la responsabilidad de resolverlo. […] ¿La solución es invitar al tránsito de género al niño que expresa una feminidad extrema o la niña con una masculinidad extrema? Lo que quiero es que los hombres puedan ser muy femeninos y las mujeres muy masculinas”.

Habiendo pasado él mismo por la experiencia del cambio de género, se pregunta con razón de qué solución se trata, cuando se hacer recaer sobre el niño o la niña una responsabilidad que le excede. Y, efectivamente, no se ha producido aún la separación del otro parental, marcada por la adolescencia y tampoco ha podido acceder a la experiencia de un goce sexuado.

Lo que aparece elidido en la prisa por el cambio en los niños es cómo se anudan el goce, el cuerpo y las identificaciones.  Y se pretende que los niños den la respuesta.

Notas

(1) Brousse, M.H. (2017): “Las identidades, una política, la identificación un proceso y la identidad, un síntoma”. Jornadas ELP.

(2) Reportaje de TV3 “Transit” sobre menores transexuales.

(3) Lacan, Jacques. Seminario 1. “Los escritos técnicos de Freud”, p. 394.

(4) Op. cit.

(5) Ara.cat entrevista a Miquel Missé (25-04-2016).

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