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“El caso Anne” es una novela imprescindible para aquellos que trabajamos en el ámbito de la Salud Mental. Aquellos que, diariamente, nos confrontamos con  el dolor de existir, con la locura, con el sufrimiento descarnado de los que  que se presentan en  nuestros dispositivos. Es un texto imprescindible para los que, intentamos, hacer un espacio para la subjetividad,    dar un lugar a la palabra. Hablamos de una novela  muy profunda y que,     a la vez, tiene la agilidad de un thriller.

Anne  llega al despacho del Dr. Palmer,  psicoanalista en Estados Unidos, que atiende en una Institución vinculada a la Justicia y recibe allí aquellos casos que, sospechosos de padecer un trastorno mental, le son derivados por el juez.

La novela describe el trabajo de este analista con belleza y precisión.

Con un ritmo trepidante vamos conociendo la historia de Anne.   Asistimos al relato de su drama existencial, de los caminos que tiene que hacer para soportar la vida, las construcciones que va desplegando paso a paso. Vemos los giros, las palabras con las que va dando forma a su malestar. 

Y estamos sentados en el despacho con el Dr. Palmer casi escuchando el relato de cómo piensa el analista, cómo interviene, como duda. Es esa voz del psicoanalista pensando su caso, interviniendo, sorprendiéndose de los giros de la locura, es ahí donde vemos el carácter profundamente didáctico que tiene este libro. La novela enseña sobre la psicosis y sobre la transferencia.  Es ahí donde recomiendo esta lectura. No se trata sólo de un buen libro, de una novela muy bien construida. Es un texto que nos enseña   qué hace un  analista para llegar a serlo. Aparece su propio sufrimiento, (sufrí un colapso tremendo, y la tristeza me invadió de tal modo….El psiquiatra …me ofreció tumbarme en el diván y navegar en las corrientes de las asociaciones y las fantasías) que lo conduce a consultar a un analista a él mismo. 

 También escuchamos cómo el propio analista se pregunta, habla del caso con otros, interviene, duda, se asombra, se admira de la invención de su paciente. De manera literaria podemos encontrar aquí el recorrido que un analista hace en el seno de su propia institución: cómo es su relación con cada sujeto, cómo las respuestas que da a cada caso no están estandarizadas  ni protocolarizadas ( me sonrío  cuando escucho a los predicadores  de la superación y la autoconfianza, los voceros del progreso de la voluntad y otros cantos de sirena semejantes. Son los mismos que acaban irritándose con la anoréxica  que no quiere entrar en razones, con el drogadicto que desatiende su salud, con la mujer que siempre vuelve al lecho del hombre que la atormenta….toda la historia de la humanidad junta y la experiencia clínica reunida no bastan para convencerlos  de que el deseo y la razón discurren por caminos irreconciliables)  Este libro, aún siendo una novela,  aporta un relato que nos permite resolver el continuo interrogante que se cierne sobre la práctica del psicoanálisis en las instituciones. ¿Podemos los psicoanalistas trabajar en la institución? Podemos, siempre y cuando no perdamos de vista ese camino que, sutilmente nos muestra  Gustavo Dessal: sostener el lugar de la palabra.

Y, vislumbramos cómo cada uno de los casos, recibe las palabras que, insisto, nunca son protocolarias, nunca pueden preverse de antemano.

Seguimos adelante, nos encontramos con las palabras de Anne, sus construcciones. Y también las de otros pacientes, cada uno con sus propias roturas, con sus propias respuestas frente al dolor de existir.

Y ya tampoco podemos dejar la novela y como estamos tan atrapados en ella, queremos seguir y descubrir las invenciones de esos seres inadaptados, esos que revelan en su locura, la locura misma de la existencia humana.

Finalmente, un día terminas el libro y comprendes que tienes una herramienta de transmisión fundamental.

Graciela Esebbag

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