“Señor: La evolución médica ha visto interrumpido su curso regular y ha dado un paso atrás, desde mi punto de vista, con el tratamiento del trastorno mental mediante la provocación de convulsiones como una manera de abreviar la psicoterapia y un medio maravilloso de hacer psiquiatría sin tener que averiguar nada sobre la naturaleza humana”. Escribía Donald Winnicott en una carta que, solicitando la apertura de un debate en la profesión médica sobre el Tratamiento de choque para el trastorno mental, le dirigió al director del British Medical Journal el 25 de diciembre de 1943.
Su interés aquí era poner en cuestión una orientación que definía el trastorno psíquico como una enfermedad del cerebro y que proponía terapias físicas para el abordaje de la enfermedad mental.
Donald Winnicott fue un psicoanalista inglés que contribuyó con sus aportes a la evolución del pensamiento psicoanalítico
Con él iniciamos un nuevo apartado: Los clásicos del psicoanálisis.
¿Por qué introducir un apartado sobre los clásicos? ¿Por qué abrir un espacio que intentará reflejar la historia de las ideas teóricas del psicoanálisis, en una actualidad que pregona el fin de la historia?
Porque los grandes clínicos, esos a los que llamamos clásicos, nos aportan elementos teórico-clínicos que enseñan sobre los fenómenos de hoy.
También nos brindan otra enseñanza: pudieron articular su praxis con la teoría de manera peculiar e independiente, pudiendo ir más allá del consenso teórico de la comunidad analítica, científica de su tiempo.
Pensamos que es necesario mostrar, compartir la riqueza del pensamiento analítico, su evolución desde Freud hasta hoy. Una teoría que se ha desarrollado en distintos lugares del planeta y que ha ido haciendo interlocuciones con los distintos discursos y con los saberes de su época. Los psicoanalistas han pensado su praxis y, algunos de ellos, han trabajado en diálogo con otros, en discusión con la teoría, articulando los agujeros de la misma con los nuevos interrogantes que la clínica plantea en cada época. Queremos compartir algo de este saber, de estas discusiones, de las experiencias que esos clásicos nos han legado.
En este sentido, el artículo incluido en Polémicas Contemporáneas aborda la problemática del autismo desde una nueva perspectiva, perspectiva que se orienta en la lectura del trabajo clínico de otros clásicos, que se acercaron a los niños autistas con un deseo de saber sobre cada uno y que inventaron formas de abordaje e instituciones para el autismo de las que podemos aprender hoy, en nuestra actualidad, donde una oleada mayoritaria solicita la implementación del tratamiento único para el espectro autista: la terapia cognitivo conductual.
Winnicott nos transmite un saber hacer con la clínica. También nos lega un espíritu: él de mantener abierto el debate. Se trata de formarnos, de abrir espacios de interlocución, de aprender de los distintos discursos para poder construir una mirada nueva que, en la época de la globalización y de sus crisis, dé cabida a lo más íntimo de cada sujeto.
Entre el artículo sobre adolescencia de Winnicott y el referido al autismo de Maleval, otros textos nos abren a la dimensión particular de lo sintomático, a cómo esa misma solución del síntoma revela una verdad del sujeto que ponemos a trabajar para orientarnos hacia la diferencia absoluta de cada ser.
El deseo de la diferencia absoluta atraviesa los trabajos clínicos publicados.
En el campo de la educación, en el de la intervención social, en las intersecciones de una y otra disciplina rescatamos los aportes de quienes aplican su saber también en esta dirección: orientar la intervención social o grupal sin perder de vista el uno por uno.
En 2010, creemos necesario intentar reabrir un debate sobre lo que para Winnicott , ya en 1940, era un axioma:
“En esta década de 1940 ya debería ser axiomático que los trastornos mentales son en esencia independientes de las enfermedades del tejido cerebral: son trastornos del desarrollo emocional. Que las enfermedades del cerebro y otras enfermedades físicas estén vinculadas con trastornos mentales no altera este axioma.”
Comité de redacción