L’Interrogant, desde su inicio, quiere ser un lugar de encuentro. Un lugar de encuentro de los escritos, de las voces que hablan de sus experiencias y sus investigaciones teóricas. También quiere ser un espacio donde compartir nuestros encuentros con los textos. Y uno de ellos fue con un libro aparecido en 1925, Verwahrloste Jugend, traducido como “Juventud desamparada”, en la última edición en castellano. Sorprende la actualidad de esta obra escrita a principios del siglo xx. Su autor, August Aichhorn, nos muestra otro encuentro, muy fructífero, el que se produce entre el psicoanálisis y la pedagogía. La vigencia de esta obra nos llevó a incluir un fragmento en nuestro apartado Clásicos del Psicoanálisis. Publicamos también dos trabajos, “El olvido de August Aichhorn y el tratamiento de delincuentes” de Juan Pablo Mollo y un fragmento del prólogo que Hebe Tizio escribió para la nueva edición castellana de Juventud desamparada. Ambos textos preceden al fragmento de August
Aichhorn y nos ilustran sobre la vida y la obra de un hombre a quien el encuentro con el psicoanálisis le hizo reformular su forma de trabajar con jóvenes problemáticos.
Y si la revista puede ser un lugar de encuentro, también lo son nuestras Jornadas. Incluimos aquí la mayoría de los trabajos presentados en la XII Jornades de Debat de la Fundació Nou Barris, Salut mental i educació: Adolescents classificats, professionals desbordats.
En cada texto encontramos una creación, una invención en la práctica que genera un saber que es transmisible. Queremos ser esa correa de transmisión de esas invenciones. Sin embargo, lo que de una forma u otra nos transmite cada uno de los autores es el hecho de que ese saber no se puede producir “Sin un primer encuentro con un no-saber”, como leemos en el bello texto de Violeta Núñez.
¿Cómo propiciar ese encuentro otro con lo no sabido? ¿Cómo propiciarlo en los sujetos que nos consultan?, ¿cómo generarlo en nosotros mismos, que muchas veces nos repetimos y creemos tener un saber cerrado con el que responder a aquello que se nos presenta?
En el mismo artículo “Agentes de la educación. Vaciar para aprender”, podemos encontrar la referencia al espacio vacío. Espacio vacío como metáfora; no-saber y vacío articulados como condición de posibilidad para la invención de algo novedoso. De alguna manera es lo que encontramos en los textos.
La revista quiere ser un lugar de encuentro y, también, espacio vacío desde el cual queremos construir el lugar de encuentro para que, a través de la lectura de otras invenciones, los lectores hallen claves para su propia creación.
Espacio vacío con el que nos confrontamos cada vez que pensamos un nuevo número.
Para nosotros es también el encuentro con la sorpresa de ser leídos en distintos lugares del mundo. Una experiencia que circula y retorna con textos que quieren ser publicados. La alegría de compartir una lectura sobre la salud mental: la enfermedad mental entendida como el sufrimiento que aqueja a un ser humano, a quien podemos ofrecer un tratamiento que dé respuestas particulares a la expresión de ese sufrimiento.
En este número vamos desde 1925, en los albores del descubrimiento analítico, hasta hoy, donde nos enfrentamos con fenómenos nuevos a los que, muchas veces, no sabemos cómo abordar.
En Polémicas contemporáneas publicamos un texto sobre la transexualidad, fenómeno que empezamos a encontrar en nuestros dispositivos clínicos. En un precioso artículo, François Ansermet muestra cómo se orienta en la clínica con una problemática novedosa. Extraigo de su texto una frase que nos enseña sobre el lugar del analista, en cualquier sitio donde se pueda abrir un espacio para la escucha:
“Comoquiera que sea, cada caso debe ser pensado en su singularidad. El psicoanálisis no dice lo que es preciso hacer: sólo puede aportar referencias para entender la singularidad de lo que está en juego para cada sujeto”.
Nuestro desafío hoy, es mantener un espacio donde pueda ser alojada esa singularidad. Mantener abierto el espacio para ofrecer la posibilidad de un encuentro.
Graciela Esebbag