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Carolina Tarrida Psicóloga. Psicoanalista. Miembro del equipo asistencial del CSMIJ de la Fundación Nou Barris

Una de las funciones que sostenemos en el CSMIJ de la FNB, es la de mantener reuniones periódicas con los pediatras, enfermeras y trabajadora social del centro de atención primaria que nos ha sido asignado dentro del territorio.

Quisiera poner el acento en uno de los objetivos de estos encuentros, a saber, el trabajo alrededor de las derivaciones que los profesionales del CAP realizan a nuestro u otros servicios de salud. Los médicos derivan a sus pacientes, ya sea por iniciativa propia tras valorar el caso, ya sea a petición de terceros (en el ámbito infantil: padres, escuela, servicios sociales). En este segundo caso, la actuación del médico puede oscilar entre dos posiciones. Una es tramitar la solicitud y emitir un volante de derivación hacia el servicio de salud solicitado. La otra, es abrir esa petición y ponerla a hablar para tomarla a cargo, convirtiendo así la derivación en un acto. Abrir esa petición, quiere decir explorar con el paciente en el momento de la solicitud, pero también quiere decir desplegar en la conversación que mantenemos sanitarios y psicoanalistas, las particularidades de cada demanda.

La derivación, como otros actos clínicos, se encuentra dentro de un marco simbólico que actualmente viene determinado por la exigencia de productividad. El clínico recibe presión de la administración, del mismo paciente, y del profesional al que deriva, y en medio de esta presión hace falta rescatar el factor más importante, su responsabilidad. El psicoanalista francés Jacques Lacan, ya advirtió de los peligros del cambio en la función del médico, en su conferencia “Psicoanálisis y medicina” de 1966: “El médico es convocado en la función de científico fisiologista, productor de agentes terapéuticos nuevos, químicos y biológicos, probador y distribuidor de estos agentes”. Es decir, la función clínica del médico está en riesgo y Lacan propone que lo que puede rescatarla, es tomar la demanda como orientación. “Es en el registro del modo de respuesta a la demanda del enfermo donde está la posibilidad de supervivencia de la posición propiamente médica.” Advierte, sin embargo, que no se trata siempre de responder literalmente a esa demanda, ya que a veces el paciente no quiere lo que pide. Hay ahí una brecha de la que el psicoanálisis puede dar cuenta desde la distinción que hace entre demanda y deseo. El deseo, dirá Lacan, es producto de la constitución subjetiva, es algo que escapa a los registros de la ciencia, y que hay que vislumbrar en los decires del sujeto. Entonces hará falta leer las demandas dentro de la lógica particular del caso, teniendo en cuenta esa brecha.

El texto continúa en la versión impresa

 

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