Patricia Lombardi Médico psiquiatra, Psicoanalista.Responsable del Programa Trastorno Mental Grave CSMIJ Fundació Nou Barris.1. Introducción
He tomado la vertiente de la transferencia para nuestra Jornada de debate, transferencia que puede abordarse desde diferentes registros, pero diré simplemente que la sitúo como ese lazo libidinal que posibilita el vínculo con los otros, en el ámbito que sea y especialmente en los tratamientos que se orientan gracias a ella. En ese sentido, los avatares del lazo transferencial hacen a la posibilidad misma de conducir con cierto éxito estos tratamientos.
En el quehacer clínico que realizamos en nuestro Centro de Salud Mental Infanto-Juvenil están muy presentes los compañeros de ruta de otras disciplinas, del campo educativo o social. Interlocutores importantes cuando debemos intervenir con chavales que nos lanzan un “no quiero saber nada, no me rayes, paso de ti”. A veces ni siquiera lo dicen, lo actúan.
Ese “paso de ti” es un obstáculo, es un modo de rechazo no sólo a la demanda educativa, a esa “posición de aprendizaje”(1) que se les exige, también a la posibilidad de iniciar el tratamiento mismo de ese rechazo.
Rechazo al saber que le puede aportar un adulto. A veces, estos púberes explican que ellos se sostienen en su pandilla, en la comunidad de iguales, “para hablar de mis cosas ya tengo a mis amigos”, otras veces ni siquiera: es la soledad más radical, la impotencia de un decir que no llega a formularse, es el encierro.
Este NO puesto a la entrada por el adolescente puede flexibilizarse. Un joven repetía la queja, “ya te dije que no quiero venir”, a lo cual yo respondía: sí, es cierto, ya lo dijiste, pero … y volvía a darle una nueva visita. Introducía con precaución el malentendido de la lengua: no entiendo bien qué es ese no. Y venía, haciéndome partícipe de un esbozo de queja sobre el padre o de la precariedad económica en que vivían, pero otras veces era una presencia muda y sufriente. Este preliminar a la posibilidad de un tratamiento, este espacio propiciatorio del diálogo facilitó que meses después consintiera a ir a Hospital de Día. Lugar que podía amarrarle mejor en esa deriva de vagabundeo y consumos en la que estaba entrampado.